Nelson Hernández | @Nelsonhfoto
Atesoramos el pasado para
avanzar hacia el futuro,
y en el mundo de la fotografía esto también se aplica. Para los más jóvenes fotografiar
significa extender su brazo con el equipo móvil en mano para lograr una “selfie” que luego será compartida en redes sociales o avatares de aplicaciones; pero para quienes
disfrutan verdaderamente del “dibujar con luz”, la fotografía analógica nunca pasará de moda, pues
ella encierra un cúmulo de conocimientos irremplazables que se mantienen
vigentes pese a los avances tecnológicos.
Reflexionar sobre la
fotografía analógica y su versión actual, la digital, es dar un salto al pasado,
a los experimentos con ciertos compuestos de plata -particularmente el nitrato y el cloruro de
plata- realizados
por los científicos británicos Thomas Wedgwood y Humphry Davy a finales del
siglo XVIII para obtener imágenes fotográficas que con el paso del tiempo se fueron perfeccionando.
Al pensar en la evolución de
la fotografía, sobre todo en sus posibilidades y cómo conviven hoy en día estos
dos tipos de fotografía -que
para muchos resultan diferentes- es hacer referencia a la esencia de ambas, que resulta ser la
misma: capturar la realidad;
algo que el hombre ha estado buscando desde el principio de los tiempos. Antes
se hizo con pintura, después con una cámara oscura, luego con diferentes
soportes basados en procedimientos químicos, hasta que se estandarizó la película fotográfica
(en sus diferentes formatos). A pesar de lo alcanzado, el reto continuaba y se
volvía mayor; ahora
la meta del nuevo siglo sería dejar de capturar la luz en un soporte plástico
impregnado de material fotosensible y empezar a hacerlo transformando la
información que contiene un haz de luz en códigos binarios. El cambio se logró
y revolucionó el mundo de los fotógrafos: las imágenes no necesitaban del proceso húmedo
del revelado y se obtenían casi instantáneamente; el tiempo y los gastos se redujeron, lo que -sin duda alguna- significó una mejoría
en esta vertiginosa vida moderna.
La fotografía digital ha
avanzado mucho desde sus inicios, la investigación en la nanotecnología ha
permitido que podamos disfrutar de equipos cada vez más modernos, más estables,
con más opciones de menú para poder hacer fotos muy cercanas a la perfección
sin mucho esfuerzo; sin embargo, aún existen fotógrafos que se rehúsan a los nuevos tiempos de
las imágenes por cuanto consideran que lo digital resta técnica a la práctica.
Una razón para nada alejada
de la realidad, pues en todo este revuelo por adquirir los equipos de última
generación, los fanáticos de las exposiciones al alcance de un clic se han olvidado de
algo básico y esencial como es el proceso creativo que hay detrás de una fotografía.
Pensar qué vamos a fotografiar, por qué, la intención de la imagen y otros detalles que
eran indispensables en la fotografía analógica (aunque no ha desaparecido del
todo, la fotografía
analógica se ha reducido considerablemente).
Pero no todo está perdido,
los cuartos oscuros han cambiado por programas de computadoras que garantizan
moldear un trabajo de manera más sencilla si se conoce la técnica, las
películas que limitaban al fotógrafo a solo 36 exposiciones, están siendo
reemplazadas por memorias digitales con amplia capacidad para almacenar
imágenes; incluso el famoso 400 ASA se ha incrementado con la invención del ISO
a números mayores de los 3000, permitiendo el manejo –al gusto- de la
sensibilidad lumínica.
Diferencias:
Digital
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Analógica
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No precisa un laboratorio fotográfico para
ver las fotografías.
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Permite la estandarización del formato a
través del conocimiento del equipo.
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Mayor posibilidad de almacenamiento.
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Se pueden ampliar las imágenes con gran
calidad en los resultados.
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Reducción de costos.
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La inversión inicial en equipos es menor.
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Mayores filtros y funciones.
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Se cuida al detalle la producción de cada
exposición.
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