Cierta noche mi mente continuaba dando batalla, mientras mis ojos se rendían ante el cansancio de un día relajado, pero no por ello menos agotador que cualquiera de los demás; ya el reloj de la pc da las once con quince, reflexiono de lo poco que sé y de lo que me falta por aprender, de las metas cumplidas, que estoy cumpliendo y que me faltan por cumplir; detengo mis pensamientos, observo mis libros y escojo uno al azar, entre sus líneas la siguiente reflexión:
“Cuando no tuve nada que perder, lo recibí todo.
Cuando dejé de ser quien era, me encontré a mi misma”
Paulo Coelho, Once Minutos, Pág. 193.
Cuando no tuve nada que perder, lo recibí todo, interesante oración que descubre el ser de una persona poco a poco en su vida, llena de vanidades, fue recopilando experiencias que le permitieran, en algún futuro, realizar una reflexión que en algún momento de la noche un joven redescubriría y considerara como filosofía de vida; verdaderamente ¿Tengo algo que perder?, no se, para ello tendría que hacer un inventario de los valores, conductas y experiencias que han enriquecido mi vida; tal vez cuando realice esa auto compilación logre recibir todo, entretanto, me dispongo a seguir perdiendo lo que tengo con el pasar de los segundos.
Luego le sigue la frase “cuando deje de ser quien era, me encontré a mis misma”, interesante, no se por qué esta oración me recuerda una de las leyes del ser creativo, “cuando no te sientes a gusto con lo que has creado, empieza de cero”, algunas veces debemos olvidarnos de esa frases clichés que nos escriben o escribieron algunos compañeros en el colegio cuando éramos jóvenes “nunca cambies”; pues lo siento, people change o lo que es lo mismo la gente cambia, para bien o para mal; Para olvidar e iniciar, para transmutar lo que nos hizo daño, para todo eso y más, la gente debe cambiar, tal vez al realizar tan radical acto nos demos cuenta de quienes somos o quienes fuimos y así trascender en la vida dejando un antecedente para los que siguen nuestro sendero.
Indiscutiblemente son muchos los textos que hablan de perder para ganar y de cambios o transformaciones, Once Minutos es uno de ellos, que lo hace sutilmente bajo los relatos de una profesional de la “vieja profesión” quien se descubre a sí misma en el arte del sexo, el cual asegura es, el arte de controlar el descontrol. Otra de las tantas paradojas que el autor plasma en sus obras y que por bien por desgracia han fascinado a muchas personas.
“Cuando no tuve nada que perder, lo recibí todo.
Cuando dejé de ser quien era, me encontré a mi misma”
Paulo Coelho, Once Minutos, Pág. 193.
Cuando no tuve nada que perder, lo recibí todo, interesante oración que descubre el ser de una persona poco a poco en su vida, llena de vanidades, fue recopilando experiencias que le permitieran, en algún futuro, realizar una reflexión que en algún momento de la noche un joven redescubriría y considerara como filosofía de vida; verdaderamente ¿Tengo algo que perder?, no se, para ello tendría que hacer un inventario de los valores, conductas y experiencias que han enriquecido mi vida; tal vez cuando realice esa auto compilación logre recibir todo, entretanto, me dispongo a seguir perdiendo lo que tengo con el pasar de los segundos.
Luego le sigue la frase “cuando deje de ser quien era, me encontré a mis misma”, interesante, no se por qué esta oración me recuerda una de las leyes del ser creativo, “cuando no te sientes a gusto con lo que has creado, empieza de cero”, algunas veces debemos olvidarnos de esa frases clichés que nos escriben o escribieron algunos compañeros en el colegio cuando éramos jóvenes “nunca cambies”; pues lo siento, people change o lo que es lo mismo la gente cambia, para bien o para mal; Para olvidar e iniciar, para transmutar lo que nos hizo daño, para todo eso y más, la gente debe cambiar, tal vez al realizar tan radical acto nos demos cuenta de quienes somos o quienes fuimos y así trascender en la vida dejando un antecedente para los que siguen nuestro sendero.
Indiscutiblemente son muchos los textos que hablan de perder para ganar y de cambios o transformaciones, Once Minutos es uno de ellos, que lo hace sutilmente bajo los relatos de una profesional de la “vieja profesión” quien se descubre a sí misma en el arte del sexo, el cual asegura es, el arte de controlar el descontrol. Otra de las tantas paradojas que el autor plasma en sus obras y que por bien por desgracia han fascinado a muchas personas.
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