Son cinco los sentidos que muchos
manejamos y conocemos: vista, olfato, oído, tacto y gusto. Gracias a ellos
construimos nuestros predicados verbales dejando en claro cuál es nuestro canal
comunicativo, sin embargo la disyuntiva aparece cuando no reconocemos el canal
de quienes nos rodean y entramos en conflicto.
- “Mírame cuando te estoy hablando” una persona visual.
- “Te estoy hablando y tú no me escuchas” una persona auditiva.
- “Ese aroma me recuerda mi infancia” una persona olfativa.
- “Me trajo unas flores que me supieron así como a sabroso” una persona gustativa.
- “Tú siempre me dices te quiero, pero yo no lo siento así” (tal vez) una persona quinestésica.
Para desarrollar nuestra
inteligencia emocional tenemos que descubrir cuál es el canal de quienes nos
rodean para que nuestra comunicación sea fluida, si nos vemos rodeados por
personas que manejan un canal auditivo –por ejemplo- entonces debemos
desarrollar nuestra audición aunque seamos visuales, porque de lo contrario la
comunicación nunca va a funcionar. De igual manera, quienes nos rodean deben
aprender a identificar nuestro canal de comunicación para garantizar el
desenvolvimiento de un buen entender.
La inteligencia emocional es un
trabajo en equipo, donde todos debemos descubrir el canal comunicacional del
otro para garantizar el éxito. Esto demuestra la capacidad del ser humano para
trabajar en grupo, también indica que somos seres complementarios. Cuando
entendemos que el trabajo en equipo es importante, como si se tratara de armar
un rompecabezas, estamos desarrollando nuestra inteligencia emocional.
Otro atributo que nos ofrece el
desarrollo de nuestra inteligencia emocional, radica en que nos enseña a actuar
ante determinada instrucción. Quien la desarrolla siempre se maneja en base al
bienestar propio y de su entorno.
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