Hay gestos que determinan acciones e incluso sentimientos, lo que ayer podía signifiar “sentido de pertenencia” hoy sólo se traduce en costumbre, monotonía y algunas veces molestia, sí molestia; aquello que alguna vez adoramos sin razón aparente puede transformarse, de la nada, en aquello que nos genera cierto grado de repulsión, sin embargo hay que continuar junto a “eso” que ya no es de nuestro agrado, demostrando que no cabe duda que es verdad que la costumbre es más fuerte que cualquier otra emoción.
Hace un tiempo atrás inicié un nuevo camino, y a pesar de no ser de mi agrado, decidí brindarle una oportunidad, el mundo nos ofrece un sin número de sabores y no me niego a probarlos en su mayoría; a pesar de saber a lo que podría conseguir no mostré temor alguno y me adentré a un mundo que poco a poco se presentaría por lo que es, un medio frío donde las banalidades siempre estarán por sobre cualquier ideal, y donde las rivalidades se ocultan tras máscaras simpáticas llenas de trampas e hipocresía.
Así es un medio de comunicación, un nido que alberga a un conjunto de especimenes extraños quienes dicen pertenecer a la raza humana, pero que pocas veces muestran algunas de las bondades de su género. Es increíble pero cierto, los medios de comunicación parecen aflorar destrezas en las personas que pocas veces son buenas; todos luchan por sobresalir o destacar más que los demás y en ocasiones muchos olvidan que la estrella siempre será “el medio” no ellos.
De allí pues que, encontremos personajes que aparentan ser dignos de admiración, pero que en cada oportunidad, sólo demuestran sus pocas ganas de mantener ese prestigio que les recubre, otros en cambio, muestran una apariencia amigable y cálida, una personalidad que te atrapa, envuelve y traiciona a la vez, algo típico en las entrañas del mago de la máscara de vidrio; aunque si es posible conseguir en quien confiar, pero es una tarea ardua que lleva dedicación y estudio en silencio.
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