todo el mundo me observa...

todo el mundo me observa...
pero en realidad yo observo a todo el mundo!!!

domingo, 19 de agosto de 2012

Crónica a los Banquito


Durante el transcurso de los años, y por una sucesiva reflexión, he logrado trazar, en efecto, alguna remota relación que se puede formar con aquellos objetos que a diario nos acompañan sin que nos fijemos en ellos. Entre ese paisaje lleno de personas que van y vienen, buscando enriquecer sus conocimientos, existen elementos que se mantienen en el tiempo, convirtiéndose en algo insignificante para muchos. Una intensidad de pensamiento, de acción, de palabras es quizás el resultado, o por lo menos, el indicio de una gigantesca voluntad por reconocer su existencia durante nuestro paso por la universidad; hubiese podido dar otras y más inmediatas pruebas de su presencia, sin embargo me limito a expresar lo que pienso a través de estas humildes letras.

Por las mañanas el sol da los buenos días a los banquitos, quienes se preparan para recibir –como de costumbre- al centenar de jóvenes en búsqueda de conocimientos y que desfilan a lo largo y ancho de los espacios dispuestos en la universidad, algunos recurren a ellos para discutir temas profundos cargados de un alto nivel intelectual típico del lugar, otros sólo mencionan temas frívolos, mostrándose como instancias vacías sin mucho que decir; cualquiera sea el caso, estos banquitos, que a diario están presentes pero que muchos no detallan, guardan un centenar de historias pues se han convertido en el acompañante perfecto de los estudiantes.

El tiempo no ha pasado en vano para estos banquitos, los cuales comparten una historia cónsona con la creación de la UBA hace más 25 años, sin embargo han sabido soportar las inclemencias del cambiante clima, por las mañanas toleran los suaves rayos del sol que se van calentando con el pasar de los segundos hasta alcanzar su máxima temperatura, recibiendo directamente el resplandor de un astro rey  tropical cargado del calor insoportable característico de la región; Algunas veces les acompañan torrenciales aguaceros cargados de fuertes vientos, empapándolos por completo; sin embargo la constante inclemencia que han sabido soportar es la del centenar de estudiantes que han hecho uso y abuso de ellos durante horas, varios días a la semana e incluso años.

Largo ha sido el tiempo desde su construcción; las fechas han transcurrido rápidas y silenciosas para los banquitos, donde muchos han esperado la hora de clases, pero sin duda alguna, y a pesar de que los estudiantes, profesores, personal administrativo, de seguridad y obrero no lo noten, son sinónimos de constancia, de permanencia, del mantenerse firmes ante las adversidades y de un sinfín de términos que dejan un mensaje que olvidamos por el ritmo de vida al que nos hemos sometido, con un paso acelerado sin percatarnos de los pequeños detalles que nos rodean, es así como los banquitos de la universidad pasan desapercibidos.
No es posible dudar lo ya afirmado, se han convertido en los acompañantes perfectos de los estudiantes, pues ellos escuchan sin reclamar los cuentos llenos de alegrías y tristezas, aconsejan sin hablar y comparten sin estar, no es posible dudar de ellos, pues siempre están dispuestos a recibir la compañía de quien quiera un descanso en medio de un mar de asignaciones académicas, personas y conocimientos, debe ser por eso que son tan famosos y queridos por los estudiantes; además el primer rayo de luz que cae en la universidad, está sobre ellos. Qué sería de la UBA sin sus populares banquitos, dónde se darán las conversaciones entre los estudiantes sino alrededor de ellos.

Soy consciente de que para muchos seré culpable de relatar de una manera tan trivial el paso del tiempo sobre un objeto que para pocos tiene significado, un objeto indiferente y tan común. Lo siento, mis actos están siendo controlados por mis ganas de escribir sobre aquello desconocido, lo que hago, dejo de hacer va determinado por mis pensamientos. Posiblemente piensen que debería haber narrado con más detalle y minuciosidad un hecho por medio del cual, y esto es muy cierto, se podría arrojar mucha luz sobre una interesante rama de la opinión pública. Aunque pensándolo mejor creo que será mucho más seguro decir lo menos posible acerca de un asunto tan cotidiano. Lo siento profesora Isa Ramos, esta crónica que debía ser sobre usted, la sedo al común de los estudiantes en la universidad Bicentenaria de Aragua, los banquitos.

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