La fotografía enamora. Una imagen
capta nuestra atención y evoca en nuestra mente los recuerdos más insólitos que
muchas veces pensamos que habíamos olvidado; el encanto que el componer
imágenes produce, adormece nuestras preocupaciones al momento de hacer click
con el disparador, es un instante de gran intimidad entre el fotógrafo y el
encuadre.
Son muchas las corrientes
artísticas las que se han dejado seducir con la fotografía, el surrealismo es
una de ella, pero ¿Tiene la fotografía alguna importancia dentro del movimiento
surrealista? Es tiempo de investigar un poco y dejar de ser un simple adorador
del extraño –pero fascinante- universo que el surrealismo permite.
Para nadie es un secreto que la
fotografía tiene un lugar esencial en nuestra visión actual del movimiento
surrealista, basta con colocar “Surrealism” en el buscador de Pinterest y
toparse con hermosas creaciones contemporáneas inspiradas por esa tendencia. No
cabe dudas, el mundo de las imágenes en la era 2.0 ha sido uno de los soportes
más privilegiados de la creación surrealista.
Pero la historia relata que no
siempre fue así, tomando como base en el movimiento surrealista, la fotografía
comienza a jugar un papel diferente al que jugaba en el siglo XIX conjuntamente
con la pintura, de hecho Los 12 números del impreso “LA RÉVOLUTION SURRÉALISTE”
–publicados el 1 de diciembre de 1924, bajo la dirección de Pierre Naville y
Benjamín Peret y la supervisión de André Breton– constatan que las 444 páginas
que totalizan la revista comprenden 208 ilustraciones de las cuales, 48 son
fotografías que representan el 23% de estas ilustraciones.
De igual manera se evidenciaba
con las portadas de algunos libros con tendencia surrealista, las primeras
graficas con tendencia surrealista eran catalogadas de “muertas y
desilusionantes” sin embargo esa realidad cambió con el tiempo dando paso al recurso
fotográfico “anónimo” en el cual, la fuente es, en general, misteriosa. Es un
signo de la actitud de los surrealistas de cara a la fotografía, ya que queda
huella de una profunda ambigüedad.
El anonimato en la fotografía de
aquella época representó una de las tantas acciones radicales de André Breton. Algunos
autores indican que: “La fotografía
“anónima” aparece así, como un objeto perturbado, experimenta cierta energía
poética que uno puede encontrar en alguna parte en estado latente, en la
fotografía se ve, de manera experimental, el “funcionamiento” real del
pensamiento, la fotografía tiene la facultad, –fuera de toda preocupación
estética o moral– de hacer brotar la poesía”.
El Surrealismo, tal como lo
define Breton: “es como un “automatismo psíquico” por el cual, uno se propone
experimentar […] el funcionamiento real del pensamiento […] en la ausencia de
todo control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o
moral” de tal forma que, el surrealismo lo concebía como una “fábrica
mental” que desarrollaba sus productos a partir de planteamientos sociales,
artísticos o literarios. Un planteamiento muy cercano a la realidad pues, el arte
no es más que una tontería –palabras más, palabras menos de Breton- el arte
busca la producción de objetos bellos incluyendo a la pintura moderna o la
fotografía, donde se ha de considerar diferentes elementos y técnicas, bajo la
premura de causar el más alto placer de los ojos.
Así como algunos se
auto-proclamaron surrealistas, existen otros –como Brassaï- quienes indican que
sus fotografías están por “equivocación” situadas dentro del surrealismo. La
asimilación de esto último, en efecto, es un malentendido, las fotografías de
Brassaï son surrealistas porque ellas revelan un Paris fantasmal, irreal, ahogado
en la noche y la niebla, el surrealismo de sus imágenes no son más que otra
cosa que la realidad rendida a lo fantástico de la visión.
En este largo camino que estoy
empezando a recorrer, he aprendido que la fotografía no es solamente un lugar
de acercamientos insólitos o asociaciones inhabituales, sino también de
manipulaciones que engendran un gran hallazgo que modifica la identidad de las
cosas y poetiza lo real. Así, en el resultado de estos juegos de azar, se llega
a desarrollar un proceso metódico y paciente que dan vida a imágenes
fantásticas que muestran al universo nuestro sentir, e incluso nuestro pensar.
Sin embargo, a pesar de que en sus inicios, la fotografía surrealista se dejaba
llevar por la suerte de sus realizadores
–tal es el caso de Man Ray- nunca dejó de utilizar todos los recursos del
oficio para alejarse de su trivial realidad.